viernes, 10 de agosto de 2007

Cosas del horario, cosas de la vida

Yo ya no tengo ni idea de qué hora es ahora mismo en España, ni me importa. Sé que aquí hay una diferencia de cinco horas y media con Londres, así que en España será una más o menos, ya ni lo sé. Pero hablando de horarios... hoy me he levantado a las 6.10 de la mañana que es la hora habitual de levantada por aquí. Ya ni lo siento, después de quince días en Londres levantándome a las 5.40. Lo de las 6.10 me parece un lujo asiático, por una vez en el sentido literal de la expresión. Atención, que viene lo fuerte: a las 8.00 de la mañana ya había desayunado, había ido a Misa, había leído el Times of India, conocía los resultados del críquet de ayer y estaba ya en unas instalaciones deportivas de Delhi jugando al tenis con un peruano, un keniano (que no keniata, creo) y un italiano. A las 10.30, después de dos horas de partido sobre tierra batida, con cincuenta grados de temperatura, ya estaba para volverme a la cama.

Tan diferente como el horario es el uso que en la India se hace de las cosas. Sobre todo en lo relativo al número de gente que puede usar a la vez un medio de transporte. Algunos ejemplos reales que ya he visto:

-Gente que cabe en una moto: yo he visto hasta seis en la misma moto, y dos de ellos eran mujeres que vestían el sarhi y montaban de lado. Me río de Rossi. No es fácil ver una moto con menos de tres personas.
-Gente que cabe en una rickshaw (un taxi que no deja de ser una vespa con un cajón detrás para que se sienten dos más): he contado hasta diecinueve, incluidos los que van por fuera agarrados.
-Gente que admite un camello en una autopista sin que el animal se muera: yo he visto hasta cinco personas en el camello, y atado al animal un carro con unas quince personas y bastante carga. El camello iba lento pero hay que decir en su favor que se movía.
-Tema trenes es cosa aparte. Da igual si sacas el billete o no, el revisor no va a pasar porque es imposible que pueda andar por dentro del tren. La gente rebosa por los bordes. Cuando pasa el otro tren por la vía contraria hay que apretarse un poco, claro.
-Autobús público: por definición no para nunca, sino que aminora la marcha. La parada física propiamente no existe, o mejor dicho, es cambiante y está formada por cinco o seis personas que se juntan en cualquier parte de la calle. No sé cuanta gente puede ir dentro del autobús. Tampoco he podido calcular cuánta gente va por fuera. Ni siquiera sé de qué color es el autobús porque no se ve.

La verdad es que todo esto es llamativo si lo piensas pero en realidad aquí parece muy normal y tu no te das ni cuenta. El tiempo mejora un poco y es importante que siga sin llover porque así baja la humedad y se empieza a poder respirar. No dejes de mirar las temperaturas en el cuadro de la derecha. Sigo vivo.

2 comentarios:

Enrique Muñiz dijo...

La tabla de la derecha dice que hace 31 grados a la 1 de la madrugada. No está mal.

Tenis en tierra batida. No está mal.

Libertad de parada para los buses. No está mal.

Oye, eso es un paraíso. No está mal.

Jorge dijo...

No si nadie ha dicho que este mal, simplemente es diferente. El tema es acostumbrarse cosa que parece conseguirse en una semanilla mas o menos. Ahi estamos.